Cuando era pequeños sólo pensaba en jugar, en correr tras una pelota, en ensuciarme sin importar mi ropa. Era ingenuo, me gustaba llamar la atención de los más grandes haciendo boberías. Mi opinión no valía mucho. Mis actos y dichos aveces eran incoherentes. No sabía muy bien el valor de dinero. Cada día me convencía de que a mis 40 años seguiría viendo «monitos» en la tv. No sabía de lo malo y lo bueno de la vida. Escuchaba que hablaban del amor y estaba seguro de que nunca lo llegaría a sentir.
Mi infancia en resumen fue muy tranquila nunca sufrí, nunca me falto algo, siempre tuve la imagen de una familia. Mis padres siempre estuvieron presente. Aunque sus discusiones me afectaban el ánimo, pero éste se normalizaba al verlos bien nuevamente. Siento como si en años hubiese vivido en una burbuja.
Al crecer veía a mi alrededor que se sentían bien al querer parecer algo que no eran o para tan corta edad en realidad era ridículo. Yo continuaba feliz en mi burbuja.
Pero llega un momento en el cual esa burbuja se revienta y por fin tienes la capacidad de razonar lo malo y lo bueno de la vida. Descubres cosas feas como las violaciones, asesinatos, abortos, infidelidad, mentiras, maltratos. Y lindas como la amistad, felicidad, pasión y porsupuesto le amor.
El amor la palabra con más definiciones a mi parecer, ya que para todos se expresa de distintas formas.
Para mí el amor es entregar el alma a aquella persona. Y como sólo tenemos un alma este sentimiento se presenta una vez en la vida.
Yo entregué la mía.